martes, 10 de agosto de 2021

La impaciencia que nos carcome cada día

 La semana pasada me encontraba haciendo fila en una librería para sacar 200 fotocopias. Cuando llega mi turno y le paso el pendrive al empleado, se mete una tipa y sin decir "disculpame", "permiso" ni nada, pregunta si tienen algún mail para mandar lo que necesita imprimir. Yo le señalo que en la vidriera hay un papel pegado con el número y la dirección de mail de la librería por si tiene que mandar algo y venir a retirarlo otro día. Me dice "ay, pero no leo" y yo le dicto fotocopias pirulo arroba hotmail punto com. No dice nada y sale.


A los 2 minutos, la tipa vuelve a entrar al negocio y pregunta si puede mandar las cosas por mail ahora. El empleado le dice "sí, pero yo estoy imprimiendo otras cosas ahora, si es mucho va a tardar un poco". La tipa sale, para volver a entrar y avisarle que acaba de mandar el mail y que va a estar afuera esperando. 

Yo le digo al empleado si no prefiere que yo salga así puede atender a esta boluda mujer y me avisa cuando ya estén mis fotocopias. El hombre me dice "no, que espere" y en ese momento sé que voy a volver a esta fotocopiadora por el resto de mi vida. 


El empleado me devuelve mi pendrive (o sea, no pasaron ni 5 minutos desde que yo ingresé al local y recién empezó a fotocopiar lo mío) cuando, sí, adivinaron, la mina que estaba afuera entra nuevamente, esta vez para preguntar si hace fotocopias doble faz. PERO POR DIOS, YO NO PUEDO CREER LA BOLUDEZ HUMANA. ES UNA FOTOCOPIADORA. CÓMO NO VA A HACER DOBLE FAZ?????? Mientras le pongo play a lo que estaba escuchando para evitar que mi masa encefálica se empiece a escapar de su lugar luego de tener que oír lo que preguntó esta mina, ella vuelve a salir.


En el tiempo que esperaba mis fotocopias, me di vuelta para observarla a través de la puerta de vidrio e intentar entender qué le impedía esperar como una persona normal a que el cliente que está adelante suyo termine de ser atendido. Cabe mencionar que esta no era la única fotocopiadora en Ituzaingó y que además estaba en una cuadra con cinco escuelas y, por lo tanto, muchas librerías y fotocopiadoras más a su alrededor a las que podés ir si estás muy apurado.


Mis fotocopias terminaron de imprimirse en aproximadamente 5 minutos. Mientras estoy pagando, la mina, que seguía afuera, VUELVE A ENTRAR y pregunta a qué hora cierran.

Afuera hay un cartel con el horario.


Al irme sentí la felicidad estallando en mi pecho.