domingo, 19 de septiembre de 2021

    Creo firmemente que hay que abolir los souvenires de eventos. Llega un momento de tu vida en el que tenés sobre el mobiliario 5 muñequitos, 2 bebés deformes de porcelana fría, 1 cisne de plástico con un líquido verde de dudosa procedencia adentro y una pluma roñosa pegada al costado, 1 reloj que no funciona con la cara de una quinceañera que jamás volviste a ver y un par de velas enanas e inútiles que no te sirven ni para cuando se te corta la luz. Pasan los años y siguen ahí, juntando polvo; vos no sabés por qué carajo no los tirás pero permanecen en el hogar y se van pasando de generación en generación, como una reliquia.


   Una vez recibí el souvenir más pedorro del mundo, pero que, a la vez, terminó siendo el más útil de todos.


   Fui al quince de la hermana de una amiga y su souvenir fue una remera, de la tela esa fea que se llena de pelotitas y olor a chivo, estampada con la frase YO ESTUVE EN LOS 15 DE MARTA, en el estilo de esos carteles que dicen "Keep calm and alguna boludez". 

En su momento pensé "¿a quién en su sano juicio se le puede ocurrir gastar plata en ESTO que nadie va a ponerse jamás?". La vida me hizo cambiar de parecer.


   Cuando tengo que teñirme el pelo, agarro la remera del 15 de Marta porque no me importa que quede manchada. Cuando no tengo qué ponerme para dormir, la remera del 15 de Marta es lo que mejor sustituye un pijama. Cuando llueve hace 2 semanas y no tenés más ropa limpia porque no podés ponerla a secar, la remera del 15 de Marta siempre está ahí, limpia, para salvarte de tener que estar en teta hasta que vuelva a salir el sol.


   Te amo, remera del 15 de Marta. Sos el mejor souvenir choto que pude haber recibido.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario