jueves, 9 de septiembre de 2021

El capo de Puan

    En una de las materias pertenecientes a una de las varias carreras por las que pasé en mi vida, tuve un compañero muy particular, que no entendía una goma de las clases (como la mayoría, yo incluida) y, en su desesperación por no recursar, su táctica era ganarse a la profesora generándole simpatía. Como en las películas yanquis en las que el alumno insoportable de secundaria es popular y consentido por sus profesores, lo cual siempre lo hace zafar de las consecuencias de su estupidez, pensó que esta actitud lo llevaría al triunfo; o mínimamente a la nota necesaria para aprobar. El problema era que la profesora estaba harta de que el chabón interrumpiera todo el tiempo, pero él parecía no entender las expresiones faciales del ser humano.


   Él entraba al aula deslizándose con actitud relajada, con su pelo engominado, campera de cuero y lentes de sol que sólo se sacaba si la profesora le dirigía la palabra, porque el resto de los pobres mortales no eran dignos de ver su rostro. Siempre tuve la impresión de que en su cabeza sonaba The final countdown de Europe cada vez que entraba a una habitación con gente. Era ese típico alumno que interrumpía con comentarios sarcásticos creyéndose gracioso, e ignoraba que sólo producía en los demás ganas de revolearle una silla por la cabeza.


   Un día, no recuerdo bien en qué circunstancia, hizo un chiste vinculado a la política. Fue tan intrascendente que ni siquiera puedo recordar el chiste; pero sí recuerdo que lo dijo largando una risa irónica al final y que me hizo pensar "pero qué pelotudo". La profesora se quedó mirándolo seria por varios segundos, la tensión era evidente en el aire. El pibe, consciente en ese momento de que dijo una pelotudez pero sin querer aceptarlo, se puso a explicarle el chiste a la profesora, y al final dijo "dale profe, era un chiste, ¿no lo entendió?".

   Ella le dijo "sí, lo entendí. Pasa que no me dio gracia".


   La amé. Esa mujer me puso un 1 en un parcial y recursé su materia, pero la amé.


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