lunes, 25 de marzo de 2024

Los chabones

    Los chabones son, a mi criterio, una especie rara. Las minas somos complicadas también, pero los chabones me son más desconocidos porque he tenido pocas interacciones con ellos. Tengo amigos hombres, son diferentes entre sí y me llevo bien, pero como amistad. Yo no sé si en un tipo de relación más íntima, por ejemplo, de convivencia, terminaría odiándolos, y mejor no saberlo.


   La razón es que nunca me llamaron mucho la atención. De joven, cuando iba a la primaria y secundaria, ante mis ojos eran monos que se divertían cagándose a palos entre sí y haciendo comentarios obscenos sobre cualquier compañera medianamente linda. Yo, al ser gorda y poco agraciada, nunca entré en su radar y tuve una convivencia bastante amena al ser repelida por ellos.

Pero esto también pasó porque en la adolescencia yo estaba en mi mundo, mi mundo autista: mi pasión eran las bandas de rock de los 70 y pasaba la mayoría de mi tiempo obsesionada con buscar fotos y videos, descargando y escuchando sus discos y forjando amistades por internet con otras chicas de diversas partes del mundo que compartían mis pasiones. Para mí los hombres eran estos músicos de los que yo era fanática y mi relación parasocial con ellos era muy importante, ya que encontraba contención en sus canciones y los veía como referentes. Entonces, mi objetivo supremo era ir a un recital de ellos cuando vinieran a mi país y que me firmen un cd. Todo mi amor por ellos jamás sería recíproco, pero sería compensado de esa manera, con una interacción que significaría el mundo para una joven admiradora. Estos músicos eran, a mi criterio, la cúspide del género masculino: artistas con almas sensibles en particular que estaban presentes para mí acompañándome por medio de su arte. Todos los demás eran simplemente pibes, no existían, eran aburridos y no me interesaban, así como yo no les interesaba a ellos.


   Para la mayoría de mis amigas o conocidas, las cosas eran diferentes. Yo era la rara que era fan de viejos, y ellas eran normales. A ellas les gustaban los chicos, querían tener novio, capaz algún pibe en particular las cortejaba y ellas le daban bola porque les cayó del cielo y era su oportunidad de experimentar el amor adolescente. Para mis amigas, si a mí me llamaba la atención un chico era un milagro, que igual quedaba en la nada porque mi timidez y mis trastornos mentales me impedían siquiera soñar con intercambiar una palabra con ellos. A los pocos que me llegaron a gustar los admiraba desde lejos hasta que la atracción moría eventualmente. Mis amigas, en cambio, se obsesionaban con estos pibes como yo me obsesionaba por las bandas de viejos. Y en un punto, toda su existencia giraba en torno a ellos: maquillarse, vestirse de cierta manera, ir a fiestas, todo con el fin de llamar la atención del que les gustaba. Ellas los veían, sentados sobre los pupitres, con los pantalones arremangados, con sus piernas abiertas casi al punto de formar un ángulo de 180 grados, sacándose un moco y pegándolo en la pared, e igualmente pensaban "sí, él es perfecto para mí". Todas han sufrido por un novio y las he acompañado en esos momentos: cuando se separaban, cuando volvían, cuando se separaban de nuevo y volvían a juntarse; y pensaba "¿realmente disfrutan esto?".


   Creo que me enamoré un par de veces en mi vida: una, de un chico gay; y la otra de un pelotudo. De estos acontecimientos aprendí que valoro mucho mi paz y que, mientras pueda vivir sin alteraciones a mi salud mental, seguiré eligiendo eso por sobre todas las cosas. Cuando mi psicóloga me pregunta si en mi futuro me veo conviviendo con alguna pareja, yo le digo que ojalá no, ella me mira como alarmada y yo entonces le digo que es un chiste para que se quede tranquila, pero que yo no busco nada y si en algún momento aparece alguien con quien nos toleremos mutuamente ya veré; las personas con ansiedad vivimos el día a día porque si pensamos en el futuro nos agarra un brote psicótico con delirio místico. En realidad yo no le veo nada malo a mi estilo de vida, pero las personas traumadas nos manejamos de maneras que sólo nosotras mismas entendemos y si nos sirven estamos bien.


   El tema es que, en un par de ocasiones, han caído algunos a intentar alterar el curso normal de mi vida y yo me vi en la obligación de ahuyentarlos antes de llegar a un punto crítico. Ya relaté las veces que mis amigas me quisieron hacer gancho con pibes que, según ellas, eran ideales para mí. El tema es que, que sean ideales para mí, implicaba un mensaje subliminal de "es el único chabón lo suficientemente desesperado como para darle bola a cualquier mina que le presentes". Ninguno duró más de 24 horas en una conversación conmigo.


   El último aparecido merece reconocimiento, tanto por durar un poco más que los demás como por el nivel de desagrado que me generó. Todo empezó en instagram, una red social del mal que tengo sólo porque disfruto de ver las fotos que comparten mis amistades y mis artistas favoritos. El problema es que es una red social y la gente interactúa, y así se generan situaciones como esta.

 

   Un día, alguien a quien seguía compartió en sus historias un meme bardeando al energúmeno que nos gobierna. Yo, siendo una acérrima opositora de este gobierno, le di like a lo que compartió. Es un gesto en modo de apoyo, de expresar tácitamente "estoy de tu lado", sin mucho significado. Y a los 2 minutos me llega un mensaje de este pibe (a quien a partir de ahora llamaremos El goma) con un "hola" a secas.

Lo primero que pasó por mi mente fue: 🤌. Pero fue porque normalmente me cuesta la interacción social. Después pensé un poco y me dije "bueno, le voy a responder, capaz quiere charlar y odiar al gobierno con alguien". Este es un error que cometo muchas veces creyendo que le debo simpatía a la gente porque sino "quedo mal". Cuestión que intercambiamos algunos mensajes el resto del día, nada digno de destacar, y en un momento el pibe dejó de responder. En ese momento me quedé tranquila porque asumí que en esa corta conversación él concluyó en que soy una persona aburrida y todo moriría ahí, así que me fui a dormir en paz.

 

   Al día siguiente me despierto con una notificación de El goma, que no sólo me respondió lo último que le mandé, sino que lo hizo con un audio. Ahí dije uh, qué paja escuchar un audio, y lo dejé para después. El resto del día estuve ocupada, porque era la semana de navidad y tuve que ir a hacer muchas compras y preparar mucha comida, así que no estuve pendiente del teléfono. A eso del mediodía me vuelve a llegar un mensaje de El goma, en el cual me escribió "hablame que me aburro", y yo igualmente le respondí cuando se me cantó el ojete. Luego me aclaró que me había escrito temprano para proponerme que hagamos algo. Y ahí mi cabeza me repitió en loop todas las advertencias y precauciones que tenemos las minas para evitar despertar en una zanja, que empiezan en no salir solas con desconocidos. Le dije que no podía porque justo (justo, como si dijera "qué desgracia que justo estoy ocupada y me pierdo de conocerte") estaba muy ocupada en esta época de fiestas de fin de año, y me dijo que me invitaba a hacer algo esa misma noche con un "dale, yo sé qué podés, no seas aburrida". Y a mí no me podés correr con un no seas aburrida porque te puedo demostrar de todas las maneras posibles que sí, soy re aburrida y no me cabe una, y si no te gusta te podés ir cuando quieras que nadie te llamó. Igual, al leer ese mensaje, todas mis alarmas internas sonaron. Pensaba decirle directamente "mirá, no te conozco", ¿pero cómo le explicás a un tipo que ni siquiera entiende que hay que conocer a alguien por cierto tiempo para que haya la confianza suficiente que les permita querer verse personalmente que, aunque tengas 24 años, no salís sola de noche sencillamente porque no te gusta? Le reiteré que no podía, que capaz otro día. Y el capaz es muy importante, porque desde un principio expresa una duda, una intención de que no suceda y que el otro debe saber leer como un rechazo sutil y educado. 


   Todo esto, en simultáneo, se lo relataba a un amigo esperando que entendiera mi horror. Mi amigo me dice muy seguido que soy muy cerrada, que tengo que conocer gente porque sino me pierdo de vivir ciertas experiencias y blablabla. Y él, obviamente, me dijo que estaría bueno que yo accediera a salir en otro momento con El goma "para ver qué onda", porque tal vez me estaba perdiendo de conocer a alguien re interesante y divertido y después me iba a arrepentir, que en una de esas me terminaba gustando. Y algo que la gente normal no entiende es que a mí cuando me gusta alguien es únicamente porque su personalidad me parece interesante. Podés ser Brad Pitt, pero si no tenés contenido como persona no me vas a atraer de ninguna manera. Este pibe apareció de la nada y de hecho yo ni siquiera recordaba seguirlo en instagram porque me parecía aburridísimo: todo su perfil consistía de fotos suyas frente a espejos y todo lo que compartía en historias eran fotos de él mismo tomando cerveza y fumando marihuana, todos los días. La única vez que percibí su existencia fue porque compartió un meme en contra del gobierno. Yo tengo demasiados intereses y si lo único que sos es la cerveza que tomás y el porro que te fumás entrás en la categoría de No Existís. Y está bien, si no sos compatible con alguien no hay problema, así es la vida, alguna otra chica verá que es un pibe fachero y le dará importancia a eso y se juntarán a ser felices tomando cerveza y fumando marihuana.

 

   Pasaron los días y la conversación con El goma no se reanudó luego de mi negativa a salir cuando a él se le cantó las pelotas. Yo no me hice problema: fue tan irrelevante como sentir una brisa acariciando tu cara en un instante del día. Como mucho podía llegar a quedar como una anécdota sobre la gente que flashea confianza a las menos de 24 horas de intercambiar un par de palabras con vos. Pero después llegó el momento desagradable, el momento en el que todo tipo muestra la hilacha y te hace cuestionarte por qué la orientación sexual no puede ser una elección para evitarte todo esto.

 

   Resulta que yo no subo muchas fotos mías, pero un día me pintó subir una foto mía a instagram, porque pintó nomás, así como me puede pintar subir una foto del cielo o de mi perro rascándose las bolas. Yo no muestro las tetas, no muestro el culo, ni siquiera muestro mi cara porque la suelo tapar con el sticker ese que te deja subir una canción porque, como toda persona insoportable a la que le gusta la música, ve cualquier ocasión como oportuna para compartir una canción que le gusta. La subí sin pensarlo mucho y mi día siguió su curso normal. 

Hasta que cayó un mensaje de El goma.


   Ahora, un pibe que quiere reanudar una conversación con alguien de su interés tiene amplias opciones: la de ser ingenioso, mandándote algún chiste o publicación graciosa para que te veas forzada a responderle y ahí sacar charla, o la de tener sentido común y simplemente decirte algo tipo "teníamos una salida pendiente" y ahí esperar a ver si la piba tiene ganas o darse cuenta de que le chupa un huevo y rendirse. Y hay un montón más que desconozco porque no estoy metida en el mundo del chamuyo. Pero este chabón eligió la peor ruta: la ruta del pajero. Entonces, al ver que se ilumina mi teléfono y en mi pantalla aparece un mensaje que dice (cito textualmente) "qué habrá abajo de toda esa ropa ♥ (comible)" la única reacción que pude tener fue una arcada.


   Y esta mínima interacción genera en una mina varios pensamientos y reflexiones: ¿son todos los chabones así de desagradables? ¿No piensan ni por un segundo que quedan mal haciéndole un comentario bastante zarpado a alguien que ni siquiera conocen? ¿Realmente les interesa conocernos como personas o sólo buscan a alguna que ande caliente y acceda a hacer lo que ellos quieran? ¿Tienen personalidades o su único objetivo en la vida es ponerla? Y varios etcétera, todos concluyendo en que, al elegir ser fan de viejos en mi adolescencia, elegí el camino correcto de por vida.


   Obviamente vi el mensaje y ni siquiera le respondí, como para que, si es que tiene la capacidad cognitiva suficiente como para generar un pensamiento algo complejo, se dé cuenta de que leí su mensaje y me pareció tan desubicado que ni siquiera quise tomarme el tiempo de darle una respuesta insultándolo, solamente de hacer una mueca de asco ante sus palabras y salir del chat pretendiendo para el resto de la eternidad que nunca interactuamos. 

   Obviamente, como todo hombre que piensa que su pene es como un Santo Grial para toda mujer y se ofende si no es así, dedicó semanas a, cada tanto, subir canciones de bandas que a mí me gustan luego de que yo haya compartido las mismas o de publicar memes con mensajes resentidos del tipo "te rechazan y después cuando te ven feliz te vuelven a buscar" o "no sabés la oportunidad de estar conmigo que te estás perdiendo".

 

   Al contrario rey, me hago un favor.


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